… Se trata de un problema cada vez más acuciante y que ya ha puesto en guardia tanto a la policía como a distintas asociaciones. Las principales dificultades para detenerlo y terminar con él son el anonimato de los delincuentes, la inocencia de los menores y la fácil accesibilidad de Internet. Y es que, a diferencia del ciber acoso, en el grooming “el acosador es un adulto y existe una intención sexual”.

En realidad no se trata de nuevos delitos, sino de antiguas formas de abuso de menores que se han readaptado a los nuevos tiempos y al anonimato de la Red. De hecho, a pesar de que estas situaciones comienzan en la red, con frecuencia suelen trascender al mundo físico, derivando en delitos tales como el tráfico de pornografía infantil o el abuso físico a menores.

El hecho de que las nuevas tecnologías abran la puerta a esta clase de viejas prácticas pero con nuevas herramientas, nos lleva a replantear nuestro rol de padres formadores dentro de un contexto social que predispone a todos a estar cada vez más conectados, a compartir cada una de las cosas que hacemos.

El gran avance que significó Internet para todos tuvo dos grandes columnas: más velocidad y más masividad. Velocidad en la transmisión de información hacia la mayor cantidad de personas posibles. Pero si bien significó un gran adelanto para la mayoría de las personas; esa marea inabarcable de datos también dio la cortina ideal para esta clase de prácticas, en la que estos depredadores encontraron el uso para encubrir su identidad y mimetizar sus intenciones entendiendo desde el principio cuál era la mejor forma de aprovecharlas: apelar a la frivolidad, la vanidad y la cada vez más creciente necesidad de aceptación unipersonal de las relaciones que a través de una pantalla se están produciendo…aprovechar, en fin, lo que parece ser el nuevo estilo de vida: el virtual (si es que puede llamarse vida, claro está).

El que las redes sociales tengan la obligatoriedad de ser mayor de edad para poder usarlas no es aleatorio: se supone que a partir de determinada edad seremos suficientemente responsables (aunque ejemplos en contrario no falten) para hacer uso de ellas.

El permitirle a nuestros hijos (quienes aún no cumplen ese requisito, lo que es ya de por sí aceptar los términos contractuales de la plataforma de mala fide) el uso, debe implicar primero entender por qué –por aquellas cuestiones que arriba mencionaba- de la exigencia de los chicos para tenerlas; y segundo la necesidad de instruirlos en las responsabilidades que conlleva tal grado de exposición e interacción.

El no atender llamadas de contactos que no se tienen en agenda; no aceptar amistades sin antes no corroborar si es conocido por algunos de sus amigos; ni brindar datos personales de ningún tipo son algunas de las cuestiones absolutamente necesarias en las que instruirlos.

Aunque se debe debe mencionar también que la misma tecnología que sirve de canal para el grooming es la que se está encargando de luchar contra él. Son muchísimas las personas, asociaciones y empresas que se valen de las mismas para concienciar y proponer avances contra la práctica. Es cuestión de tomarse un tiempo tanto para conocer a lo que nos estamos enfrentado como para descubrir las formas de hacerlo.